La jornada de hoy en el Congreso ha dejado varios momentos curiosos, muchos de ellos debidos a las fórmulas empleadas por los nuevos diputados para prometer acatar la Constitución. La más llamativa —y la que luego ha levantado más polémica en la ciudadanía española—, ha sido la de Pablo Iglesias, líder de Unidos Podemos, quien, para finalizar su alocución, ha proclamado en tono vibrante que <<¡Nunca más un país sin pueblos ni pedanías!>>.
La sorpresa ha sido mayúscula, toda vez que de los 8114 municipios con que cuenta España, la gran mayoría son precisamente pueblos y pedanías. A lo mejor el líder de Unidos Podemos quería, con su fórmula, hacer algún tipo de reivindicación histórica, pero quizás por los nervios del momento olvidó especificar a qué pasaje en concreto de la historia de España se refería, dejando con ello en la inopia a todos sus oyentes, pues ninguno —cada cual con su respectivo bagaje cultural— supo ubicar tan inquietante y nada conocido período del discurrir histórico de este país.
A este fin, desde este medio hemos podido consultar a distintos historiadores de renombre —tanto a algunos de los considerados más conservadores, como a los que se les tiene por más progresistas—, y su respuesta ha sido unánime: <<Eso es completamente falso y sin fundamento: nunca jamás España atravesó por un período histórico en el cual careciera no ya sólo de aldeas, pedanías y cortijos, sino tampoco de pueblos>>, sentenció el catedrático de Historia de la Universidad de Salamanca.
Pensando que si la respuesta no estaba en la historia, quizás estaría en la prehistoria, consultamos con expertos arqueólogos del CSIC, quienes de manera inequívoca también negaron la conjetura de Pablo Iglesias: <<Desde que el hombre es hombre y pisó la Península ibérica, no existe el menor indicio —ni a través de las pruebas de Carbono 14 ni con técnicas de luminiscencia— de que en España en algún momento no haya habido al menos aldeas y pedanías, y muy seguramente también pueblos. Se lo digo al revés para que lo entienda al derecho: en España siempre ha habido pueblos y pedanías. De toda la vida>>, concluyó el arqueólogo jefe del CSIC, no sin antes apuntar que <<seguramente Iglesias intentaba construir una metáfora>>.
Pero también hemos consultado a un lingüista, un experto en lógica difusa y a un par poetas, y el más claro de ellos nos ha dicho: <<Muy bien, una metáfora… Pero ¿una metáfora de qué? Las metáforas tienen que referir a algo; si no es así, no son metáforas ni son nada; tal me parece que es el caso de las oscuras palabras de Iglesias>>.
Sin embargo, luego se ha podido saber que, en efecto, las palabras de Iglesias no encerraban ninguna metáfora (aunque sigue sin conocerse el momento histórico al que quizás se refería, inclusive el exacto sentido de sus palabras), tanto es así que la frase en cuestión fue motivo de un muy animado debate anterior en el seno de la cúpula de la formación morada. En un principio, Pablo Iglesias era partidario de sólo mencionar a los pueblos, pero Íñigo Errejón insistió de manera pertinaz en que incluyera también a <<las aldeas, los cortijos y las pedanías>>. El debate se enconó a niveles inesperados (Iglesias aducía que en los lugares más pequeños ya casi que sólo vivían ancianos, y que, por ende, votaban al PP; Errejón replicaba que, precisamente, para invertir esa tendencia, había que mencionarlos y así ganarse un poco sus voluntades), pero el vibrante intercambio concluyó con un Iglesias y Errejón aceptando una solución de compromiso, encontrándose en un punto intermedio: se dejaría por fuera a las aldeas y los cortijos, pero sí que se incluiría a las pedanías: <<Nunca más un país sin pueblos ni pedanías>>.
En cualquier caso, la sorprendente fórmula usada por Pablo Iglesias en el Congreso, ha levantado una gran polémica en redes, pero también en los bares, en las terrazas, en las plazas y parques de casi todos los municipios españoles -quizás esa era la intención última del líder de Podemos-, y sobre todo en los pueblos, aldeas, cortijos y pedanías, pues para muchísimos de sus habitantes las palabras de Iglesias son motivo de malestar e inquietud: muchos ahora dudan de sus propios orígenes y de si España alguna vez de verdad pudo negar la existencia a sus lugares constituyentes más primordiales. Si así fue en algún momento, les inquieta pensar que pudiera volver a ocurrir en el futuro.
Como ya hemos dicho, no existe el menor indicio de que España alguna vez no haya tenido pueblos, aldeas, cortijos y pedanías, pero Pablo Iglesias quizás ya consiguió todo lo que se proponía con su extraño y obscuro juramento: hacer que los españoles comenten y debatan en extenso acerca de sus palabras.