“Visto lo visto, es el método que más se ajusta a nuestra estatura como políticos”, coinciden los líderes de los  principales partidos.

El refranero castellano, como siempre, vuelve a tener razón: los unos por los otros, la casa sin barrer. La incapacidad manifiesta de los partidos para llegar a acuerdos está bloqueando la elección de un gobierno estable, lo que aboca al país a unas terceras elecciones. Una situación insólita, que ya ha trascendido al ámbito internacional. “Lo de España sí que es un auténtico día de la Marmota y no mi película”, acaba de declarar el actor Bill Murray, famoso por protagonizar el filme donde un hombre revive continuamente el mismo día. “Sólo que lo de España es mucho peor. Prefiero una marmota a veintisiete elecciones”. No lo cree así el presidente en funciones, Mariano Rajoy, quien en un receso del debate de investidura llegó a afirmar que “me la trae al pairo. Mientras tenga mi puro y un Marca, yo, a lo mío”. Por el contrario, Albert Rivera se mostraba partidario de la negociación a toda costa: “¿Lucha contra la corrupción? ¿Regeneración democrática? Quite, quite: ofrezco pacto a cambio de un vaso de agua y un azucarillo. Salgo barato”. Justo la posición contraria del líder del PSOE, que se mostró irreductible con un “no a Rajoy, no a Podemos, no a Susana Díaz y no a mi puñetera sombra. ¿Algún problema?”. Algo que no logró desanimar a Pablo Iglesias, que, a diferencia del 20-D, le ofreció todo su apoyo: “Aquí tiene mi mano, señor Sánchez, tanto para articular una mayoría de izquierdas como para enroscársela al cuello y estrangularle. Usted mismo”.

Ante tamaño desatino, se ha sabido que los cuatros principales líderes políticos se han reunido en Moncloa para buscar una salida digna a esta situación de bloqueo. “Hemos valorado varios métodos” -confiesa Pablo Iglesias – “que juzgamos proporcionales a nuestra estatura como políticos. Primero, el que utilizábamos de adolescentes: el que tuviera la chorra más grande, ése era el presidente. Pero lo desestimamos inmediatamente por  machista y falócrata”. “A continuación” -siguió desgranando el líder de la formación morada- “alguien sugirió jugarnos el cargo a una partida de cinquillo”. “No puede ser” -dijo Albert Rivera- “demasiado castizo. En Europa no lo entenderían. El backgammon tal vez, pero… ¿el cinquillo?”. Finalmente, los asesores de los principales líderes sugirieron una solución justa y ecuánime: jugarse la presidencia del gobierno a los chinos. “Los chinos es un juego internacional, lo entiende todo dios, es un lenguaje universal. Una partidita con unos gin-tonics y nos ahorraremos disgustos, molestias y los gastos de la campaña electoral”, aseguró Pedro Sánchez, con cara de alivio.

De momento, no ha trascendido la letra pequeña del acuerdo, es decir, detalles tan importantes como el lugar, el día y la hora del reto; o la designación de un juez imparcial que dilucide si alguien se pasa de listo e intenta hacer juegos de manos. En todo caso, los políticos están de acuerdo en jugar la partida lo antes posible. “Esto es un sinvivir, vemos más a nuestros adversarios políticos que a nuestras mujeres, todo el día raca-raca con la investidura”, clamaron al unísono. “Dormimos en el sofá y estamos al borde del divorcio. Esto se tiene que arreglar, pero ya”.

Por otro lado Alberto Garzón deambulaba solitario por el “Salón de los Pasos Perdidos” del Congreso murmurando para si frases inconexas: “…. total si la política económica nos viene marcada desde Bruselas y Alemania…. pues eso, lo mismo da, que da lo mismo..” Finalmente pareció sonreír cuando soltó en un tono más alto: “no, si al final el jefe de la oposición voy a ser yo”

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