¿Cómo iba a encerrarme en los estrechos límites de la Izquierda? ¿Un tipo como yo, atractivo, deportista y con aspiraciones?
No se crean, no siempre estuve donde estoy ahora. Yo era el típico chico de Iniciativa por Cataluña (IC), es decir: políticamente correcto (eso siempre. ¡Hasta la muerte!); reivindicativo pero sin pasarse, oiga (nada de abolir el capitalismo y esas zarandajas que ya sólo piden cuatro rojos trasnochados); solidario hasta la muerte con la lucha de los turcomanos del Kafiristán Inferior pero poquito con los obreros de aquí; eco-friendly… Vamos, lo que se dice un “progre” de manual. Como pueden ver, con estos antecedentes ya estaba preparado para el “salto” que luego di en mi carrera política. ¿Cómo iba a encerrarme en los estrechos límites de la Izquierda? ¿Un tipo como yo, atractivo, deportista y con aspiraciones?
Entonces, la vida se encargó de ponerme la ocasión en el camino. Como otros tantísimos conversos que en el mundo han sido, un día vi la Luz: me ofrecieron pasarme al independentismo. ¿Que a los “indepes” les importa un rábano los trabajadores (y trabajadoras) de más allá del Ebro? Pues se siente, haber nacido en Cataluña. ¿Que los “indepes” pretenden representar a todo el pueblo catalán y ser los únicos demócratas, los únicos puros y sin mancha? Pero es que lo son, pensándolo bien. Entonces, ¿a qué esperaba para pasarme al otro lado? Y en un periquete, me vi en el bando contrario, departiendo amigablemente con gente a la que antes hubiera evitado como un dolor de muelas: gente que perpetraba recortes y que hasta tenía sedes del partido embargadas. Pero valía la pena: “Todo por la Patria”, como dicen en la Guardia Civil.
Y desde entonces, no he parado de escalar. Ahora soy nada menos que “Conseller de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia” de la Generalitat. Vamos, que a falta de cola de león, soy cabeza de ratón. Si hubiera seguido en Iniciativa, seguro que no paso de diputado raso. Un becario, un don nadie. Ahora, en cambio, me codeo con grandes líderes europeos y mundiales, como ese gran partido llamado “Verdaderos Finlandeses”, que hasta me invitó a acudir al parlamento de su país a explicar nuestro glorioso “Procés”. ¿Que a veces me apalean en alguna televisión internacional, como la BBC? Da igual, eso es que les interesamos. ¡Y qué decir de las nenas! Las tengo loquitas a todas, las pongo verracas: a las “indepes”, seguro. Y a alguna que no lo es, también. Si no fuera por el mangante de Gabriel Truhán -que me hace la competencia de forma vil y artera-, las tendría a todas para mí. Pero eso demuestra una cosa: Los guapos de verdad, estamos en el campo independentista.
Por eso no entiendo por qué me ponen tantos apodos, a cada cual más denigratorio: que si Madelman, que si Míster Proper…Yo, como ser políticamente correcto que soy, respeto a todo el mundo… Bueno, a todo el mundo… entiéndanme: menos a los que se oponen al “Procés”. Como acabo de declarar hace poco en una entrevista radiofónica, a esta gente sólo le queda una salida: Votar “no” en el referéndum que vamos a montar el año que viene. Porque lo vamos a montar, oiga. Y que además será vinculante, no como la chapucilla del 9-N. Aunque, ¿cómo conseguiremos que no sea como el 9-N? Porque nos lo van a tumbar; y además, sólo van a ir a votar los nuestros… ¡Ay, qué tonto! ¡Se me olvidaba que nosotros nos pasamos las sentencias pel forro dels collons (“por el forro de los coj…”) y, aunque vaya a votar menos de la mitad del censo (esa es otra: ¿qué censo?), a nosotros eso nos la pela!.
¡Qué grande ser “indepe”!
Y como en su momento escribió Sánchez Ferlosio (hablando del lema de la Guardia Civil… pero es lo mismo), lo que más miedo da es ese «Todo». ¿Hay que recordar el Plan Kathleen?
Por lo demás Romeva no pisó el Parlamento Finlandés (al menos oficialmente), como mucho un cuarto anexo, una habitación contigua, un zulo próximo, una letrina adyacente… ¿Alguien le ha preguntado cómo se sintió siendo invitado por un partido que en muchas cuestiones está más a la derecha, incluso, que el PP?