Gabriel Truhán levanta ampollas, no sólo entre el españolismo. Tras llamar “gángster” a Daniel de Alfonso -antiguo director de la Oficina Antifraude de Cataluña-, se ha convertido en el personaje más popular de ERC y, por extensión, del independentismo.
En los corrillos parlamentarios les conocen como El Bello y el Bestia; lo que pasa ahora es que El Bello (Gabriel Truhán) se ha erigido también en el más Bestia a la ahora de atacar a los adversarios políticos, lo cual le ha granjeado una enorme popularidad en Esquerra Republicana y en general, entre el independentismo. Y eso duele. Joan Tardà, que es el diputado más viejo, se cree, como todo veterano, que tiene más prerrogativas que el becario. Y la fama que está adquiriendo su compañero de partido le está produciendo una inrritación (que dirían los castizos) que le produce sarpullido hasta en la sobaquera. “Si mi compañero Truhán llamó ‘gángster’, ‘mamporrero’, ‘lacayo’, ‘Vito Corleone’, ‘corrupto’ y ‘gallo’ al antiguo director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, en la comisión parlamentaria que investiga la conversaciones grabadas que mantuvo con el ministro Fernández Díaz… ¿Qué nuevos insultos tendré que emplear en mis próximas intervenciones? ¡Este tío ha dejado el listón muy alto!”.
Se ha podido saber que Tardà está tomando clases de castellano barriobajero para poder igualar el tono despectivo que ha convertido a su compañero en el niño bonito del movimiento soberanista. “Es que el tío va de puto amo. No puedo dejarme comer terreno”, manifestó el veterano diputado republicano, quien desveló algunas de las expresiones que adornarán a partir de ahora sus discursos: “Soplagaitas”, “Culopollo”, “Calzamonas”, “Carajaula”, “Cierrabares” y “Gaznápiro”, entre otras muchas. “Hombre, nosotros, los republicanos, solíamos tener un estilo diferente” -declaró recientemente- “pero desde que fichamos al charneguín de Santa Coloma (Gabriel Truhán) la cosa se ha ido un poco de madre. ¡Si el viejo Heribert Barrera levantara la cabeza! Él se decantaba más por el lado racista, pero en plan fino. Y sobre todo… ¡Despreciaba en catalán! Pero estos jóvenes tienen la boca, aparte de castellana, más sucia. ¡Me tengo que poner al día. Si no, estoy muerto!”.
El ejemplo de Truhán ha tenido tal éxito, que en el movimiento independentista circula ya un diccionario titulado 100 insults per a la Revolució dels Somriures” (“100 insultos para la Revolución de las Sonrisas”, que es el nombre con el que algunos en Cataluña denominan al Procés). Hasta tal punto, que los soberanistas, para referirse a los que se oponen a ella ya no uilizan el clásico término “Unionista”, sino “Hijoputa”, “Cachoperro” o “Cómeme el Rabo, Gustavo”. Sin embargo, la preocupación en Cataluña es patente por la proliferación de insultos en castellano, no homologados al catalán por la Autoridad Competente. Desde la veterana institución encargada de velar por la pureza de la lengua catalana -el Instituto de Estudios Catalanes (IEC)- se ha dado ya la voz de alarma y se aboga por la utilización de vocablos normativizados y vernáculos, como “Filldeputa” (Hijoputa), “Tros de Gos” (Cachoperro) y “Menja-me-la suau, Gustau” (Cómeme el rabo, Gustavo).
Finalmente, Joan Tardà no descarta tampoco cortarse el pelo, dejarse una barba finamente dibujada y vestir camisetas negras sin cuello combinadas con chaqueta de Armani. “Sé que no tengo la misma edad que él, pero seguro que cuela. Y si hay que hablar en plan verdulera, pues se habla. ¡Madre mía, los sacrificios que exige la independencia!”.