“¿Pero cuándo cojones van a invadir Barcelona los tanques del ejército español?” -ha manifestado recientemente Carles Puigdemont-. “No hay manera de que ataquen; estos españoles son unas nenazas”.
El entorno independentista está desesperado, nervioso, intranquilo. No duermen, no comen, no viven. Así lo han confirmado fuentes próximas al gobierno de la Generalitat, la coalición Junts Pel Sí y las CUP. Al parecer, el origen de esta desesperación no está ni en el retraso en la designación de fecha para el Referéndum, ni en el hecho innegable de que la mitad de Cataluña no apoya la secesión o de que la otra mitad dé claras muestras de agotamiento físico y mental, sólo sobrellevable a base de ansiolíticos. No: la causa del nerviosismo es otra muy diferente. “Llevamos desde el 2012 tocándoles los huevos” -afirmó un portavoz de la Generalitat- “Y nada. Nos hemos pasado las sentencias de su Tribunal Constitucional por el forro dels collons (“forro de los cojones”); les hemos montado una consulta ilegal por la patilla; hemos hecho una Ley de Desconexión que era secreta y que ahora la conoce hasta el conserje del diario EL PAÍS; llamamos “corrupta” a España cuando nosotros tenemos la casa más sucia que el palo de un gallinero; vamos al Extranjero a poner a caer de un burro la democracia española, aunque nadie salga a recibirnos…” “Y aún así” -suspira el portavoz- “No hay manera de que los tanques del ejército español nos invadan. ¡Vaya panda de nenazas!”
El entorno soberanista reconoce que lo ha intentado todo: convertir en independentista a Karmele Marchante, vestir los leones del Congreso con coquetonas camisetas de algodón estampadas con la Estelada, convertir a un charneguito -más castellanoparlante que El Fary cantando por soleares en la Feria de Abril- en diputado de Esquerra Republicana… Pero nada. “Nos vendieron la moto de que los españoles seguían siendo los descendientes del Gran Capitán, de los Conquistadores, del General Moscardó… Pero son una birria”. “Nosotros” -continúan las mismas fuentes- “queremos al español viril, de bigote cortito, con camisa azul, botas, correajes y fusta, que se presente en la Plaza Sant Jaume, y mientras se coge las pelotas con la mano derecha, con la otra señale la bandera catalana del Palacio de la Generalitat y, dando un escupitajo, diga: “¡Queda declarao el estao de escepción. ¡Y Me quiten el puto trapo ese pero ya, cagüentó!”
Los independentistas razonan así su amor desesperado por el macho hispánico: “Si no nos invaden con tanquetas unos tipos con bigote y gafitas negras… ¿Cómo collons vamos a poder hacernos los víctimas?” “Es que si no es así” -explica- “no cuela: somos una región con pasta y hacemos lo que nos sale de los bemoles. ¿Entonces, cómo vendemos que nos oprimen? Que nos invadan ya, joder. ¿Pero no eran los españoles bárbaros y salvajes?”.
Sin embargo, y para desesperación de los soberanistas, el bando contrario sólo responde con descafeinadas sentencias de inhabilitación, con declaraciones genéricas de intenciones, con humo, con ná. “¡Pero, Rajoy, dime ya lo que me vas a haser, corasón!”, dicen que llora todas las noches el presidente Puigdemont, enfundado en un blanco camisón de lino, desde la ventana de sus aposentos del Palacio de la Generalitat. “He sido mala, castígame. ¡Pero castígame ya, jodío, que no soporto esta espera! ¡Me tienes loca!”.
La frustración del president ha llegado a tal límite que, según fuentes fidedignas, ha llegado a autolesionarse con un ejemplar king size de la Constitución, para luego acusar a la Brigada Brunete de sus heridas y desencadenar así una unánime reacción de condena nacional e internacional. “Si la Moreneta no va a la montaña, la montaña tendrá que ir a la Moreneta”, aseguran desde la Generalitat. Pero la Constitución no estaba lo suficientemente afilada, y las heridas fueron superficiales. “Así no hay manera. ¡Estoy rodeado de incompetentes!”, dicen que gritó Puigdemont, al borde de un ataque de nervios.
Me divierto enormemente con el «charnego» ( yo me declaro charnego adoptivo) lo paso a mis amigos independentistas y ya no me dirigen ni un miserable twit. – no tienen sentido del humor
Vamos a tener que hacer algo …. o el dia de los inocentes o en carnaval ….El pasotismo rajonyano les tiene al borde de un ataque de nervios .
Para los que estamos en contra del «prusés» y más que hartos de todo este asunto, gracias por este tono irónico que tanta falta nos está haciendo para no acabar todos completamente locos.
Seguid informando 😉
Genial