Tras la independencia, la Generalitat creará parques arqueológicos en los polígonos industriales del nou estat.
Vivimos en la sociedad del ocio, mucha gente no sabe qué hacer con su tiempo libre; por ello, en Cataluña se ha optado por el divertido juego de la ruleta Rusa. Ya se sabe que éste es un juego de suma cero, arriesgado y muy divertido, o quizás eso hayan pensado los políticos que optan por el estado catalán independiente. En su profundo amor a Cataluña, desean arruinarla, y dejarnos a los no independentistas como ciudadanos de segunda clase. Entre ellos, muchos viajan a la India: deben estar encantados con el sistema de castas. Los que les secundan sufrirán lo mismo, pero quizás con la morfina del estat català, lleven la ruina con más esperanza y dignidad.
La industria del Ocio, en el futuro estado independiente, se potenciará sobremanera debido a esto; ya han hablado, en la sectorial de la ANC del mundo del espectáculo, que los futuros infantes catalanes podrán jugar a médicos y enfermeras; eso sí, aplicando los electrodos al españolista (o unionista, término exportado de Irlanda del Norte) de turno. Así los niños podrán conocer las partes del cuerpo gracias a los subhumanos, porque claro, ya se sabe que las disecciones se hacen con ratas.
También se ha hablado de que, tras la independencia y la consiguiente depauperación y fuga de empresas, la Generalitat podrá proceder a la creación de numerosos parques temáticos –sobre todo arqueológicos–, en los principales polígonos industriales del nou estat. En ellos, en cartelería y con diversas fotos, se hará constar: Aquí produjo y exportó Suministros de Baño Pepe. Y, acto seguido, se podrá hacer un breve recorrido por todo el tejido industrial que quede; ya se sabe que más vale calidad que cantidad.
Y no olvidemos el contacto con la naturaleza: la Generalitat instalará Zoos en todas las principales capitales de comarca, en los que se podrá observar –casi como en su hábitat natural se hallase– al Unionistus fascistonus, o Choni común del Llobregat, curiosa y desagradecida criatura que siempre muerde la mano que le da de comer. Y sobre todo desagradecido si, después de proclamar la república, pocas manos van a quedar para dar de comer.
En definitiva: que, de divertimento y jeringonza, no nos va a faltar en la nueva República. Menos mal que nunca fui mucho de fiestas.
Breogán ibn Maymun