Por Breogán ibn Maymun
“Gracias a los consejos de la señora Gispert, por todo el mundo viajaré”
Como charnego y pseudoperiodísta no agradecído, y tras dar un giro a mi vida (ayer me caí por las escaleras del metro y de espaldas; jóvenes, ya saben: si cogen el metro no beban), y para huir de mi monótona vida, y –por qué no decirlo– de mis deudas de timbas clandestinas de póker con rusos y colombianos con muchos tatuajes (reconozco que la gente con tatuajes me da miedo, me ha dicho el médico en prácticas que quizás sea por lo de ser daltónico), y tras el impulso que me ha dado esa energía positiva que me ha dado la señora Gispert (ésa que invita a todo el mundo, no precisamente a su casa, como las abuelas gallegas, sino a tomar aire fresco o a que tomemos las de Villadiego, por aquello de que les quitamos el aire, como a las plantas carnívoras), he decidido hacer de «freelance» (como dice Mister Farraguer, el negrero mi jefe y ser supremo: lo de “freelance” te viene porque te echan de todos los sitios).
Pensé (sin que sirva de precedente) que debería comenzar una nueva vida en un país que dispone de una seguridad encomiable (o eso al menos me ha dicho un profesor de economía de la Juan Carlos I). Así que me decidí por México, impulsado por el afán investigativo y temerario, y, raudo y veloz, tomé (además de una cerveza, claro) el primer vuelo de “RicardoAire” a México D.F. para así comenzar una nueva vida (estando vivo, claro). “Allí hay una gran demanda de periodistas –me aconseja este asesor–, ya que cada año se van cargando unos cuantos y siempre quedan “vacantes”. Tienes que aprovechar la oportunidad” –concluye, tras colgarme de repente y bloquearme del whatshapp–.
Mientras pensaba en esto que me decía el asesor económico («demanda» es una palabra muy familiar para mí), sin esperarlo comienza a sonar el despertador del móvil en la bodega del avión en el que viajo; lo exiguo del espacio me impide moverme para apagar el vibrador del teléfono, y empiezo a sentir un placer un poco extraño (en realidad, no siento placer desde que dejaron de emitir “Humor amarillo” en TV; me dejó un gran vacío realmente. Y romper el tabique para la cocina americana también, aunque al parecer el vacío que le dejó al vecino fue aún mayor). Transcurrieron las 12 horas de viaje recordando los consejos de mi excompañero de piso: “ahora que estoy aquí encajado en una bodega –barruntaba para mí–, qué pena de no haberle hecho caso y no haber ido a clases de Pilates, ¿no crees?”, le pregunto a una cobra real de la jaula que tengo al lado; la cobra me sacó la lengua bífida. “Hermosa –pensé–. Como mi ex-novia. Y la misma mirada, oye.”
Una vez en tierra, y tras engañar a los trabajadores del aeropuerto con la cohartada sobre que mi barriga cervecera era un fardo que repartiríamos a medias al salir del aeropuerto, y tras robar un «chevy» de la compañía de coches de alquiler del aeropuerto (si me leen, lo he aspirado y limpiado, aunque las cintas de audio de rancheras de Juan Pardo las he tirado, hay que evitar que los niños mexicanos oigan la voz del mal), el coche lo dejé en Ciudad Juárez, en la calle Peligrosito Nomás. No creo que ya lo encuentren en ese lugar; pero que por decirlo que no sea.
Me encaminaba hacia la frontera Gringo-Mexicana y me percaté que me había dejado la cartera para comprar el billete en mi videoclub de confianza. Lo intenté con lo del interrail (por si colaba); el hombre que vendía los billetes me replicaba: “Aquí el interrail solo se aplica a los chivatos» ¿¿¡Einn…!?? Me quedé perplejo. Mientras me inventaba otra idea para entrar gratis en el tren, el hombre me explicó que allí consistía en poner la cabeza en la orilla de la vía del tren, y esperar a que el tren pase por encima de la cabeza del chivato en cuestión. “Y a eso llamamos en México el interrail», concluyó. Me quede un momento pensando: ¿dónde habré dejado las gafas? Ah, encima de la cabeza, descubrí.
Siempre había tenido pendiente hacer el camino de Santiago. “¿Y qué importa –me interrogaba a mí mismo– que esto sea México, si la cuestión es tener varices en las piernas? Opto, después de todo, por viajar en autobús: a cambio de unos jalapeños, el conductor me deja subir gratis; comienzo a entrar en un estado a medio camino entre el coma y el amodorramiento, y, como si fuese un domingo por la tarde en el sofá viendo TV3 para coger «sueñesito», escucho un idioma y una voz familiar para mí:
Noi, tinc moltes ganes de tornar. Home, –añade– figura’t quin nyap d’hotel serà on he dormit, que no tenien la carta de vins en català… Figura’t, intolerable… Bé, ja te comentaré… Que com va tot? Ahà, molt bé –prosigue–. Quan torni ja parlarem… La «Gene» m’ha encarregat que faci abans un estudi del mur GringoMexicà –continúa– per una posible implementació… Sí, per posar-hi a tots els xarnegos malagraïts i tots els botiflers de merda a dintre, amb un mur de ben gros… No Oriol, no; ara aquí no et puc oferir cap comissió. És un mur fet als Estat Units, no en un Pàrking de Girona –termina diciendo–. Bé, salutacións. Que et vagi bé, Oriol.
Tras escuchar esto me doy la vuelta, y me digo a mí mismo: Oh, mon dieu, es mi antiguo casero en Barcelona (es funcionario de la Conselleria de Interior, y de Acabados y Comisiones de la Generalitat), y empiezo a pensar qué excusa me voy a inventar: visitar a un pariente (no, los de la droga ya están en Galicia), una mujer (¿Sin pagar? No se lo va a creer)… Y, de repente:
Home, vostè aquí. Y me interpeló con la siguiente cuestión: ¿Què fa per aquestes terres?
Home, com està vostè? –Sonrío nervioso.
Ara parles català, està molt bé, clar. –Y añade– Per anar en patinet a prop del Parlament ho el necesitaves, oi? Per cert, que aquest rellotge que portes s’assembla molt a un que trobo a faltar des de fa sis mesos. –Irritado, ya no me tutea– Per cert, sis mesos que fa que no paga el lloguer.
Bueno, esto, eh… Respondiendo a su anterior pregunta, me dirijo a la frontera a realizar un trabajo de investigación sobre la inmigracion clandestina a los USA. Y antes ya he escuchado que viene por motivos algo similares, no? Je…
Ah, molt bé… I per què no fai una recerca de vostè mateix, que es un tunant de tres parells de collons? –Y si esto no fuera poco, continúa diciéndome:– Bé, ja hem arrivat, que vagi bé… Llàstima, perquè si surt bé el projecte del mur per a xarnegos i botiflers, vostè serà el primer candidat proposat per mi al projecte pilot… Per cert, quan pensa pagar els sis mesos pendents de pagament del lloguer?
A lo que contesto, pues el casero es que tiene la casa y el inquilino el que paga el alquiler, y deudas mucho deudas…
Galleg dels… Tots iguals. Y nos perdimos de vista.
Llegué a la localidad de El Paso y me vino a la cabeza pensar en mi sobrino, que siempre ha pasado de todo, y aún está con la ESO a los 24 años, pena que no haya cedeerres ni ARRAN en mi tierra. Debido a mi intensa fe católica, y por falta de dinero, acabo durmiendo en un establo; es importante evitar dormir detras de un burro (por lo de las coces, uno no sabe si el burro es el bicho o uno mismo).
Al dia siguiente, y tras una visita a la ciudad, muy interesante (me ofrecieron un burrito; después de la coz, decidi dejarlo pasar, el líquido es más importante que el sólido, y me gusta el tequila, aunque no necesite limón; estoy inmunizado por años de bilis y humor ácido). Tras andar unos cuantos kilómetros, me aproximo a este muro que puede ser el ejemplo para el conflicte (aunque propongo otras medidas disuasorias, como que los guardas de seguridad lleven gafas de pasta y pelo wisky, muy habitual en la ciudad condal).
Ya al llegar al borde fronterizo de ambos países, diviso una escena propia del film «Pocahontas» (no dejen a los niños perderse por el bosque, porque la única mujer que quizás les aparezca es su madre presta a darte una bofetada): una pareja de un gringo y una mexicana. Registré para los anales de la historia este bello diálogo, porque, pese a todo los que nos separa, quizás unionistas e indepes (tomando este bello ejemplo que pronto pasaré a relatarles) podemos llegar a buen puerto y celebrar todos juntos los éxitos del club de petanca de nuestro respectivo pueblo, compartir momentos emotivos como la celebracion del 40 aniversario de Ferreterías Eladio (ya saben: en el centro de la ciudad, y también en el extrarradio). Bueno, paso a relatárselo, que estoy emocionado y además tengo la batería baja:
Ay amorsito, no hay nada que nos separe para vivir juntos nuestro amor, bueno, sí, esta valla fronteriza nomás..
Honey, por tu amor me daría de baja del KKL, y viviríamos felices y comeríamos perdices en el Kentucky Fried Kitchen.
Oins, qué lindo, amorsito, se me están poniendo los pelos de punta al oir algo tan lindo.
No, cariño, es la valla, que está electrificada, te estás electrocutando. Cariño, déjame compartir este bonito momento contigo.
Sí, dejémonos llevar, que todo fluya. Sigamos la corriente, amorsito.
Siento tu dolor al haber estado tan lejos de mí, honey.
No, es que tus neuronas están sufriendo la quemadura de sus filamentos por el excesito de corriente nomás.
Y cariño, ¿tú no sientes lo mismo que yo?
No, sielote; he intentado tantas veces subir esta valla, que mi cuerpo ya está inmunizado.
Increíble. Eres un mujer especial, y no solo por que seas bizca.
Gracias. Igual, Michaelcito: eres el primer gringo que conozco con menos de 20 kg de sobrepeso.
Es mi hecho «diferensial». ¿Cuál es el tuyo, honey?
Pues que digo todo acabado en ito: amorsito, pequeñito, delito, lindito… Pero, ¿cómo conveceremos a tu padre de lo nuestro? Desde que volvió de Vietnam ve charlies por todas partes, y es grado 33 en el KKK, con licencia para odiar.
Debemos hacer que se sienta cómodo, intentar seducirle con nuestro proyecto de matrimonio, intentar hablar con él… Además es ciego, no habra problema (me dijo un pastor anabaptista que se quedó asi por tocarse, en vez del banjo, la badana).
Pero no hablo Inglés… Bueno, sí, pero sin asento… Nos descubrirá.
No, cariño: tú habla inglés con una madalena en la boca y tendrás un acento del mismo Texas.
Bueno, nomás y de qué viviremos, si todas las fábricas de escopetas de tu pueblo ya están en México nomás.
No te preocupes, tengo un amigo mío que es paisano tuyo. Trabaja en «Glovo» con una bicicleta y una mochila, hace viajes de México a los USA y parece que le va bastante bien… Permaneceremos unidos hasta que Emigración nos separe…
¿Y después me olvidarás?
No, cariño, te mantendré en el recuerdo, yo nunca me podría olvidar de ti… Lo que sí es que me he dejado el móvil en casa.
Bueno, ya hablaremos al llegar a la caravana… digo a mi casa en el centro de Austin. Vamos, intenta subir; mira, allí hay gente colgada, te hacen de escalera. Vamos, rápido…
No, sielito, mejor cavando un túnel, eso hasía mi hermano…
¿Qué hacía tu hermano? ¿Tienes un hermano?
Bueno, no te lo conté nomás. Sí, pero ya fallesió.
¿De qué?
De una sobredosis.
¿De qué?
De tocino.
¿Se puede morir de eso, honey?
Sí, sobre todo si te dan con un jamón en la cabesa.
Pero… Bah, déjalo… Sube.
No y no, estúpido gringo, cavar un túnel es lo mejor.
Pero maldita sea, que subas, no sabes nada de ingienería ni infraestructuras. Yo sí, que me saqué toda la carrera por tutoriales de youtube, y me regalaron una camiseta de Mediamarkt.
Estúpido rasista imperialista, todos sois iguales, sois irreformables.
Bueno, ¿pero quieres subir o no? ¿Qué es eso? –La patrulla de la guardia fronteriza– Bueno, adiós, darling, ya encontraré a otra trabajadora ilegal para el colmado de mi hermano. –Y huye en su Pick-Up.
Adiós, estúpido gringo. Ya encontraré a otro tonto útil para llegar hasta San Francisco y reunirme con mi hermano.
Despues de ver esto, pensé: para esto me quedaba en Barcelona, con muro anticharnegos no agradecidos y botiflers vendidos al capitalismo de la Castellana o sin él. La verdad es que, como ejemplo directo y material, pensé que seguiríamos siendo igual de insoportables; lo que nos queda, pese a todo, es los memes de facebook, para que nuestra bilis y supuesto ingenio copiado de otras personas nos consuele, ante una realidad tan lamentable, que hasta yo paso por un buen periodista.
NOTA: Queridos lectores, tengo una cuenta en Change.org, «Save the temerarian», donde espero que con su amable colaboración puedan donarme su modesta contribución (y si no es modesta también) para pagarme el billete de vuelta a Barcelona por «RicardoAire», y también porque las deudas con rusos y colombianos con muchos tatuajes es menester pagarlas, y mi casero tiene la insana manía de querer cobrar (él es así, que se le va a hacer). Un saludo, gracias por su amabilidad. Lo siento, señora Gispert, he de volver; si me sobra dinero del Change.org me compraré un patinete electrico hecho en Girona para seguirles mejor.
Lucido y ácido, como siempre, removiendo nuestros estómagos agradecidos. Enhorabuena charnego