Los pinganillos no son un despilfarro, sino muestra de multiculturalidad chachipiruli
Este pasado jueves fue definitivamente aprobado el uso oficial del catalán, el euskera y el gallego en el Congreso de los Diputados, condición puesta por los independentistas de ERC y JxC para apoyar a Pedro Sánchez en una hipotética –aunque todavía problemática e improbable– votación de investidura como presidente del Gobierno. La medida ha sido aprobada por una amplia mayoría de la cámara, y tan sólo se han opuesto a la misma los grupos parlamentarios del PP y VOX.
Los argumentos que la derechona nacionalista española ha utilizado para oponerse a esta reforma del Reglamento del Congreso se han centrado en el despilfarro que supone la contratación de intérpretes y la instalación de pinganillos para todos los miembros de la cámara, así como en la falta de respeto que, a su entender, significa el negarse a utilizar en la sede de la soberanía popular la lengua común y oficial de todos los españoles.
Frente a éstos, los que ha utilizado la derechona nacionalista periférica y sus pagafantas de la pseudoizquierda pijiprogre y acomplejada se han centrado, por su parte, en el agravio soportado durante siglos por las lenguas minoritarias históricamente sojuzgadas y maltratadas por el imperialismo nacionalcatólico hispanocastellano, así como en el carácter plurinacional, pluricultural y chachipirulidentitario del nuevo Estado español dirigido por Pedrito Sánchez y sus socios de Ni Sumar Podemos. (Carácter plurinacional que durará lo que dicho Estado tarde en ser definitivamente desguazado y vendido a pedacitos a los fondos-buitre del capitalismo transnacional financiero, que sienten una manifiesta predilección por los micropaíses pequeñitos como Andorra o Liechtenstein porque son mucho más fáciles de fagocitar y de digerir que los grandotes y malotes como China o Rusia.)
Pero, por encima de todos esos argumentos, el que más decisivamente ha impulsado al conjunto de los partidos del llamado “bloque progresista” del Congreso a aprobar esta medida (bloque que, curiosamente, incluye a los homólogos nostrats de la ultraderechista y xenófoba Lega Nord de Salvini en Italia y de los ultraderechistas belgas de la N-VA flamenca que comparten grupo con VOX en el Parlamento europeo) ha sido la decidida voluntad de que la secretaria general de Esquerra Republicana de Catalunya, Marta Rovira, no vuelva a hacer el ridículo tratando de balbucear torpemente en castellano la próxima vez que intervenga en público en el Congreso de los Diputados, cuando regrese al fin de su dorado «exilio» en Suiza.
De ese modo queda definitivamente expedito el camino para que, en las próximas semanas, sea también aprobada una “ley de Amnistía” para los encausados por los delitos del Procés (que muy probablemente también beneficiará a los imputados indepes por delitos de corrupción, como la expresidenta del Parlament Laura Borràs o a los muy honorables miembros del Clan Pujol) que ha sido impuesta como segunda conditio sine qua non por los independentistas catalanes para poder dar su apoyo al Guapo Pedrito; amnistía que la propia Marta Rovira “daba por descontada” hace pocos días en su intervención por videoconferencia ante el consejo nacional de su partido.
“A mi yayo, que era del Movimiento Nasional, le habría hecho muchísima de ilusión verme enfilada en la tribuna y hablando delante de los procuradores en Cortes. Pero claro, es que si lo hago en castellano, me atabalo y me ensopego.”
En declaraciones exclusivas para Charnego News, la secretaria general de ERC ha dedicado este éxito del independentismo a la memoria de su abuelo Francesc Vergés y de su bisabuelo Jaume Rivera, que fueron ambos alcaldes franquistas, respectivamente, de los pueblos de Sant Pere de Torelló y de Prats de Lluçanès, en la muy carlista comarca de Osona:
“A mis yayos, que eran del Movimiento Nasional, les habría hecho muchísima de ilusión verme enfilada en la tribuna y hablando delante de todos los procuradores en Cortes, que era como llamaban entonces a esos que están allí sentados jugando al Candy Crush. Pero claro, es que yo al castellano no estoy acostumbrada y cuando lo hablo me atabalo y me ensopego con las palabras, y así no hay manera de que a una le hagan caso como se lo hacían al señor Blas Piñar, que tan amigo era de mi yayo Francesc, y que cuando él hablaba todos se levantaban y le aplaudían con el brazo en alto. Que ya lo es de difícil, ya, lo de aplaudir y a la vez tener el brazo en alto, que tenían que tener mucha de concentración para hacerlo. Por eso es tan de importante que las personas de comarcas podamos usar el catalán cuando vayamos a hablar a Madrit, para que se nos entienda lo que decimos y no nos digan que somos unos paletos y unos provincianos.”